17 febrero 2018

Fiebre contrapuntística

Este tipo que veis aquí abajo hace que Bach parezca un "loser" de las fugas, al menos cuantitativamente hablando.



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Se trata de Simon Sechter (1788-1867), teórico, organista y compositor austríaco, considerado el mayor contrapuntista de su época, título ganado a pulso con las más de 5000 fugas que compuso para su “musicalisches Tagebuch” (diario musical).


Sechter, Doble fuga en mi menor


A pesar de todo lo que escribió, si queremos escuchar alguna grabación de su obra no hay demasiado para escoger...





Sechter es relativamente conocido por sus escritos teóricos y por haber sido maestro de Bruckner, que empezó a estudiar con él, por correspondencia, en 1855 a la edad de 31 años.  Por aquel entonces ya había escrito cosas como esta.





Bruckner estudio durante seis años con Sechter, quien debía de estar bien contento con su alumno. Y no era para menos porque Bruckner se aplicaba al tema de lo lindo, como demuestra este cuaderno de ejercicios de contrapunto invertible de casi 400 páginas.

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Años más tarde Bruckner relató a su alumno Dr. Franz Marschner que durante sus años de estudio con Sechter dedicaba siete horas diarias al estudio del contrapunto, al menos durante los meses de vacaciones  ¡Así cualquiera!

Como todo hijo de vecino, Bruckner también apuntaba la chuleta
para el contrapunto invertible a la 12ª.


Bruckner no fue el único "pez gordo" que acudió a Sechter. Para encontrar a otro tenemos que remontarnos casi 30 años atrás.







Tras inspeccionar las partituras de oratorios de Handel, Franz Schubert decidió que necesitaba mejorar sus habilidades contrapuntisticas: “Por vez primera veo aquello de lo que carezco, pero estudiaré duramente con Sechter para hacer frente a esa carencia”.

Schubert recibió una única clase con Sechter el 4 de noviembre de 1828 que versó sobre la composición de la respuesta tonal de la fuga. Schubert no pudo acudir a la clase que tenían programada para la semana siguiente por estar enfermo…una enfermedad por la que fallecería apenas un par de semanas más tarde.


Cuando Schubert acudió a Sechter no era un estudiante, ya había compuesto toda su obra. Y, aunque no sea su faceta más conocida, esta incluía virtuosos pasajes contrapuntísticos como el fugato que cierra el Credo de su Misa en Mi bemol.





Parece que siempre llega un momento en la vida de los compositores en el que, a pesar de ser ya consumados autores, sienten la necesidad de profundizar en el estudio del contrapunto.

A Mozart le pasó algo semejante cuando conoció la obras de Handel y Bach a través del Baron von Swieten. Su estudio del contrapunto cuajó en cosas como el último movimiento de la sinfonía "Júpiter"  y la famosa fuga doble del Kyrie del Requiem.






Curiosamente el Kyrie de Requiem sería estudiado años más tarde por un Beethoven ya maduro, quien hacia 1819 buscaba inspiración para la fuga que concluye el Credo de su Missa Solemnis



Beethoven: Apuntes sobre el Kyrie del Requiem de Mozart

En Rusia, un Rimski-Kórsakov atenazado por el síndrome del impostor tras ser nombrado profesor en el conservatorio se puso a estudiar contrapunto a los 27 años, con un par de sinfonías ya a sus espaldas (gracias a @Iarbues por el apunte). En su biografía recordaba:

"Si hubiese estudiado, si supiese algo más de lo poco que sabía, habría sido obvio para mí que no podía ni debía aceptar el nombramiento propuesto, que era necio y deshonesto por mi parte convertirme en profesor. Pero yo, el autor de Sadko, Antar, y La dama de Pskov, composiciones que eran coherentes y eufónicas, composiciones que el público y muchos músicos aprobaban, yo era un dilettante y no sabía nada."

Más tarde detallaría por carta a Chaikovski sus estudios

"He escrito bastante durante los tres últimos meses, continuando con los ejercicios de contrapunto (...) Tras haber pasado por todas la especies durante el invierno, así como por la imitación y un poco de canon sobre cantus firmus, he continuado con la fuga y el canon. Este verano he escrito 61 fugas (largas, cortas, estrictas, libres, en 2, 3, 4 y 5 voces, con y sin corales), 5 variaciones canónicas sobre un coral, 3 variaciones sobre otro, y varios corales ornamentados. Me parece que no es tan poco."






Y rematamos nuestro repaso con Johannes Brahms, otro peso pesado que también sufrió la fiebre contrapuntística a mitad de carrera. Su historia la contamos hace unos años en esta entrada.


Brahms: Adoramus, canon a 4 voces,
2 movimiento de los Drei geistliche Chore op. 37
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Fuentes:
Wason, Robert W., Viennese harmonic theory from Albrechtsberger to Schenker and Schoenberg, University of Rochester Press
Floros, Constantin, Anton Bruckner. The man and the work. Peter Lng GmbH
Mann, Alfred, "Schubert's Lesson with Sechter" en 19th-Century Music, Vol. 6, No. 2 (Autumn, 1982), pp. 159-165
Churgin, Bathia, "Beethoven and Mozart's Requiem: A New Connection" en The Journal of Musicology, Vol. 5, No. 4 (Autumn, 1987), pp. 457-477
Taruskin, Richard, Stravinsky and the Russian traditions, California University Press

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