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27 septiembre 2022

Algoritmos canónicos (I)

 

Si seguimos las reglas dadas hasta ahora nuestras composiciones estarán libres de elementos censurables, purgadas de cualquier error y elegantes, y nuestras armonías serán buenas y placenteras. Aún así faltará en ellas cierta belleza, refinamiento y elegancia a menos que contengan un procedimiento particular. Este, conocido por todos y muy usado por los músicos, es aquel en el que las partes cantan una tras otra en la llamada fuga o consequenza, también llamada reditta. Todo significa una misma cosa: la cierta repetición de algunas notas o una melodía entera contenida en una parte por otra parte, tras cierto intervalo temporal. (…) Esta manera de cantar no solo es deliciosa sino que contiene elegancia y arte, más aún cuando los movimientos están bien ordenados y el contrapunto bien reglado.[1]

G. Zarlino, El arte del contrapunto en Le istitutioni harmoniche (1558)


Este vídeo de Early Music Sources sobre imitaciones en Monteverdi me dejó fascinado.


 

Para estudiarlo un poco mejor decidí transcribir todos los ejemplos (si te interesa puedes descargar el documento aquí).

 

Al poco de estudiar estos ejemplos descubrí que los mismos trucos que usaba Monteverdi para hacer imitaciones en una sucesión de cuarta descendente y tercera ascendente se podían emplear en la sucesión opuesta, cuarta ascendente y tercera descendente, como realiza Francesco Durante en este pasaje de su Messa di morti.



Durante escribe así una primera imitación a la quinta inferior, acompañada de su versión paralela una tercera por encima (y una tercera por debajo de la entrada inicial). Al invertir los intervalos también se invierte el intervalo de la imitación principal que pasa de quinta ascendente a quinta descendente. Finalmente Durante añade la versión paralela de A como una nueva entrada imitativa, exactamente igual a lo que había hecho Monteverdi más de un siglo antes.


A partir de ahí me entraron ganas de explorar el campo de los procedimientos imitativos, y como veremos a continuación, el tema da para mucho.

En 1622 Ludovico Zacconi realizaba una importante distinción a la hora de elaborar un canon.

La composición de fugas [cánones] puede hacerse de dos maneras, una con un intervalo largo, y la otra con uno corto, es decir, con un intervalo de varias pausas [silencios], y con un intervalo de pocas. Cuando una fuga se entrelaza con muchas pausas, y la parte que debe seguir tiene que esperar un poco para comenzar, la guía y el compositor tiene mucho más margen para hacer uso de lo que desee, que el otro, que con una o dos pausas a lo sumo desea que el compañero siga con lo mismo.[2]

Zacconi continúa explicando que el primer caso, cuando la imitación entra después de varias pausas se emplea sobre todo en los cánones escritos, mientras que cuando la imitación empieza uno o dos pulsos después de la voz inicial se pueden hacer alla mente, es decir, improvisados.

Para el primer tipo se pueden usar dos técnicas bien sencillas.

  1. Escribir un fragmento, copiarlo más adelante en la segunda voz, y escribir un contrapunto a esa segunda entrada a continuación de la primera. Y así sucesivamente.



  2. Escribir una progresión armónica con el número de voces que queramos y a continuación situar las diferentes voces una a continuación de la otra. En este caso habrá que tener en cuenta que el final de cada voz de la armonización haga una buena línea melódica con el principio de la siguiente voz y que las voces que hagan las dos primeras entradas produzcan un contrapunto correcto a dos voces.[3] Este sistema funciona para cánones al unísono pero no para cánones a otros intervalos.


Para imitaciones más cercanas estos sistemas se hacían muy poco prácticos ya que o bien las secciones de corta-pega serían muy breves y se haría muy tedioso para escribir (o improvisar) de la primera forma, o bien quedaría un canon muy repetitivo de la segunda forma. Sin embargo, para imitaciones con la entrada de la segunda voz más cercana (y generalmente más breves) los compositores podían echar mano de otras herramientas.

 
La primera herramienta eran las secuencias. Las progresiones secuenciales, en las que un patrón funciona como modelo que se repite a diferentes alturas se prestan de manera bastante natural a la imitación ya que con frecuencia dos voces realizan sucesivamente los mismos movimientos. Lo vemos más claramente en los siguientes ejemplos.

En las siguientes elaboraciones de una típica secuencia por quintas descendentes, ya sea con tríadas (primer caso) o con acordes de séptima (segundo caso), la voz de contralto imita a la de soprano a la quinta inferior, ya que va realizando sucesivamente los mismos movimientos: segunda ascendente y tercera descendente en la elaboración con tríadas, y nota repetida y descenso por grado conjunto en la elaboración con acordes de séptima.


En una realización esquemática como estas que acabamos de escuchar es fácil pasar por alto la imitación, pero podemos enfatizarla y hacerla mucho más perceptible de varias formas. Por un lado haciendo comenzar la voz que sirve como modelo sola (o acompañada simplemente del bajo) y añadir la otra voz solo cuando comience la imitación. Y por otro lado añadiendo una figuración característica que nos permita percibir fácilmente su repetición en la otra voz. Los ejemplos de esto son innumerables.



En esta categoría se encuadran también los moti del basso, pues no son otra cosa que  movimientos secuenciales. En realidad la famosa secuencia por quintas descendentes se corresponde con el movimiento 4 5. Además de este, uno de los más usados en imitaciones es justamente el movimiento opuesto, 5 4 (o Monte Romanesca) que como vimos aquí y aquí daba lugar a imitaciones a la quinta ascendente (o a la cuarta descendente, ya que las voces imitativas son invertibles a la octava).

Esta manera de realizar imitaciones es simple pero en manos de algunos compositores puede dar lugar a elaboraciones bastante sofisticadas.

Por ejemplo Haydn, en su Missa Cellensis, escribe un Monte Romanesca de tal manera que se escucha un canon doble a la quinta superior. (En el ejemplo se muestran solo las partes vocales. Las notas estructurales del movimiento 4 están marcadas en naranja).



Mozart dobla la apuesta y elabora la secuencia por quintas descendentes, o sea el movimiento de 5 del bajo (señalado con asteriscos), en forma de canon triple en el Rex tremandae del Requiem.[4]



Había otros esquemas, no particularmente asociados a movimientos del bajo, que también se prestaban para la realización de breves imitaciones, por ejemplo el que Gjerdingen denomina Corelli "leapfrog", y que se traduce literalmente como pídola de Corelli.

El apellido “de Corelli” se refiere a que este autor empleó este recurso con frecuencia. Pero quizá, querido lector, te estés preguntando qué es eso de "pídola". Pues bien, es esto:

 

* Ningún músico se lesionó en la realización de este gif

En la pídola de Corelli se produce una imitación a la segunda ascendente. El término describe a la perfección lo que van haciendo las voces en este esquema: las voces participan de la imitación van saltando una sobre otra de manera sucesiva, cruzándose constantemente.[5]




Quizá esta última pieza te recuerde a esta otra, ya que evidentemente Corelli no fue el único en emplear este giro.

Como puedes ver estos recursos dan lugar a pasajes imitativos relativamente breves en piezas no estrictamente canónicas, aunque también se pueden emplear en ellas. El comienzo de este precioso canon de Haydn ("No robarás" de Los diez mandamientos en forma de canon) está basado en la pídola. Al entrar la primera voz sin acompañamiento se aprecia el salto desde la sensible, característico de este esquema y que queda difuminado con la entrada del resto de voces.


 

El esquema de la pídola también es secuencial, pero otros esquemas no necesariamente secuenciales también pueden elaborarse de manera imitativa, como el denominado Do-Re-Mi.  El nombre se refiere a que se basa en una melodía que realiza el giro 1 ˆ - 2 ˆ - 3 ˆ , normalmente acompañada de un bajo que realiza el giro 1 ˆ - 7 ˆ - 1 ˆ . La clave es que este esquema es invertible a la octava. De tal manera si primero suena el esquema tal cual y justo después suena invertido a la octava se produce una imitación a ese intervalo.



Con frecuencia, para enfatizar la independencia de las voces se realiza un retardo del bajo, produciendo una expresiva segunda que resuelve a tercera, y que en la versión invertida se transforma en un retardo 7-6.



Ahora solo queda añadir un poco de figuración et voilà, ya tenemos una bonita imitación a la octava que funciona estupendamente en comienzos de frases o secciones.



De nuevo, para hacer más explícita la imitación los compositores pueden optar por comenzar con una voz sola, de manera que la entrada de la imitación destaque más.



Para acabar por hoy, en este vídeo del canal En blanc et noir podemos ver como este esquema se empleaba con frecuencia en el partimento:


 


[Leer segunda parte]



[1] No todo el mundo opinaba lo mismo. Algunos autores renegaban abiertamente del contrapunto erudito:

Heinichen describió a los entusiastas del contrapunto como fanáticos engañosos que envolvían la práctica canónica en un manto de complejidad, haciendo afirmaciones falsas sobre sus poderes casi mágicos. Heinichen se burló del "excesivo culto al contrapunto" (der excessive Cultus der Contrapuncte) y comparó la elaboración de cánones con una especie de brujería (Yearsley, D. Bach and the meanings of counterpoint, p. 56).


[2]  Zacconi, L., Prattica di musica, Seconda parte, p. 134 

[3]  Por ejemplo podría ocurrir que se produjese una cuarta entre las dos voces, por ejemplo sol-do, que sería correcta sobre una tercera voz que hiciese sonar un mi, produciendo una tríada mayor. Sin embargo esa cuarta sería incorrecta a dos voces (a no ser que fuese una nota ornamental como una nota de paso o un retardo).

[4]  El fragmento fue escrito por Mozart casi en su totalidad. Eybler añadió a lo que había escrito Mozart, en el canon instrumental (en rojo en el ejemplo) la línea que dobla al bajo (y a su imitación) en terceras. La versión que se toca hoy en día, de Süssmayr mantuvo este añadido de Eybler.

[5]  Estas voces están escritas en contrapunto invertible a la octava. Cuando se invierten, la imitación pasa a ser a la séptima inferior por lo que las voces no se llegan a cruzar. Encontramos un fantástico ejemplo de esto en el Recordare del Requiem de Mozart. Al comienzo escuchamos a los corni di bassetto realizando la imitación y cruzándose entre ellos pero a partir del compás 14, primero contralto y bajo y luego soprano y tenor, invierten las voces y realizan la imitación a la séptima inferior sin los cruces de voces.  


20 marzo 2014

Minimalismo barroco

“La época del bajo continuo”

Si hubiese que resumir en pocas palabras el estilo de la música barroca quizá esta afirmación sería una de las más apropiadas.[1] A pesar de eso algunos compositores se atrevieron a despojar algunas de sus creaciones de este elemento tan característico de la música de su tiempo.

Quizá los ejemplos más conocidos sean las suites y sonatas para violín solo y las suites para cello de J. S. Bach. Bach sabía de lo inusual de esas composiciones por lo que en el título de las obras especificó la cualidad que las hacía tan especiales, titulando por ejemplo su colección de suites y sonatas para violín como “Seis solos para violín sin bajo acompañante”, enfatizando tal afirmación en el encabezado de la primera sonata.



Bach no solo consiguió realizar obras perfectamente autosuficientes sin un bajo continuo, sino que se atrevió a incluir movimientos basados en la polifonía para instrumentos que son en principio fundamentalmente monódicos, y cuyas capacidades polifónicas se reducen a las restringidas posibilidades de las dobles y triples cuerdas. Así cada una de las tres sonatas para violín solo incluye una fuga que ejemplifica tanto la habilidad compositiva de Bach como su experto conocimiento de las posibilidades del instrumento.






Pero ¿qué ocurriría si en vez de emplear un instrumento con (limitadas) posibilidades polifónicas empleásemos un instrumento puramente monódico?

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Hacia 1730 G. Ph. Telemann escribió sus 12 Fantasías para flauta sola[2]. Junto a la Partita en la menor de Bach esta colección de piezas ocupa un lugar destacado dentro del repertorio para flauta sola. Cada fantasía está formada por varios movimientos breves y en su conjunto la obra recoge una gran cantidad de esquemas formales de la música instrumental del siglo XVIII: La Obertura Francesa, la Sonata da Chiesa, la suite...

Al igual que había hecho Bach en la suites para cello, Telemann hace uso de la melodía compuesta para conseguir la ilusión de polifonía. Como bien sabían estos compositores nuestro cerebro tiende a agrupar las notas que están en un registro similar como pertenecientes a una misma línea melódica, aunque no estén  todas yuxtapuestas. De este modo el compositor puede ir alternando diferentes registros para sugerir diferentes voces, como en el siguiente ejemplo en el que se intuyen hasta tres voces diferentes:


Diferentes voces implícitas en el Minueto II de la Suite para cello en
Sol Mayor (BWV 1007) de J. S. Bach

El fragmento comienza en 1'15''

En el segundo movimiento de la fantasía número seis Telemann emplea esa técnica con un fin insólito. En esta fantástica miniatura de apenas treinta y dos compases el compositor consigue realizar una fuga verdaderamenre minimalista: a través de una simple flauta nos presenta una fuga completa a dos voces, con todos sus elementos caraterísicos: sujeto, respuesta, divertimentos... ¡e incluso strettos! Imposible conseguir más con menos.


Telemann, Fantasia nº 6, Allegro


El Allegro comienza en 2'36''


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Como curiosidad he hecho una reconstrucción de la fuga, reescribiéndola para dos voces. Me he tomado la licencia de emplear las notas do y do# grave que no se pueden tocar con un traverso, espero que no se me alteren los puristas... Por lo demás he hecho pocas modificaciones, tan solo añadir un poco de figuración en algunos pasajes.



Grabado con la inestimable colaboración de @flautautista (¡Gracias!).
 

Si quieres puedes descargar la partitura en pdf aquí (también disponible en musescore.com)




[1]    La frase está tomada de Hugo Riemann, Handbuch der Musikgeschichte, 2 vols. (Leipzig: Breitkopf & Härtel, 1904–13), citado por J. Lester en Bach's works for solo violin. Riemann tituló las cuatro grandes secciones de esta historia de la música “Antigüedad y edad media” (“Altertum und Mittelalter”), “La época del Renacimiento” (“Das Zeitalter der Renaissance”), “La época del bajo continuo” (“Das Generalbasszeitalter”), y “La música de los siglos XVIII y XIX”.
[2]    Como nos cuenta B. Kuijken en el prefacio de la edición de la fantasías que preparó para Breitkopf & Härtel aunque el manuscrito de la única fuente aparece el título “Fantasie per il Violino, senza Basso” las piezas están claramente  pensadas para la flauta, ya que además de no contener notas simultáneas (las dobles cuerdas abundan en la otra colección de fantasías de Telemann, especificada para violín) el ámbito abarcado re3-mi5 se corresponde con la extensión de la flauta barroca (aunque Bach llega en la Partita para flauta sola BWV 1013 hasta un la5, según Quantz y Hotteterre el mi5 es la última “buena” nota del instrumento), lo cual significaría que en el violín la cuerda más grave no sería empleada.