26 diciembre 2021

Por qué tanta historia con las octavas y las quintas

 Cuenta Gjerdingen en Music in the Galant Style que

en los conservatorios de Nápoles había una orientación pragmática en la formación de los jóvenes compositores. El maestro tenía que impartir las particularidades de una praxis viva. Cuando se le planteó una difícil pregunta de "por qué", del tipo que les gusta a los principiantes, se dice que el gran maestro Durante respondió

“Queridos, hacedlo así porque así se hace. Debe ser así porque lo verdadero y lo bello son uno, y en esto no me equivoco. No puedo deciros las razones que me pedís, pero podéis estar seguros de que los maestros que vengan después de mí las encontrarán, y de los preceptos que os doy ahora, harán muchos axiomas que se convertirán en reglas infalibles”.

La pregunta es ¿por qué evitamos las quintas y las octavas paralelas en la clase de armonía? Cuando hago esta pregunta a estudiantes que ya han hecho algo de armonía me suelen responder dos cosas. Una que deducen ellos es que “suenan mal” (como está prohibido debe ser porque suenan mal) y otra, que intuyo que han oído alguna vez, que es “suena antiguo”.  Vamos a intentar concretar esas respuestas.

Empecemos por la segunda. “Suena antiguo”. Esta respuesta es interesante porque implica una cuestión estilística. Según me explican no se hacen quintas y octavas  paralelas para diferenciar el estilo de músicas anteriores como el organum, donde la polifonía se basaba precisamente (aunque no exclusivamente) en conducciones paralelas de octavas, quintas y cuartas. La  cuestión es si son realmente los movimientos paralelos los que producen la sonoridad arcaica.

El tema de los rebeldes hace sonar tríadas mayores en estado fundamental que se mueven
en paralelo, con las consiguientes quintas paralelas. 
Bien jugado, Sr. Williams, bien jugado.

En realidad, como indica Mark DeVoto[1], no son los movimientos paralelos la causa principal de la sonoridad arcaica sino (entre otras cosas) el uso de quintas abiertas, es decir sin tercera.

Es la fuerza consonante, si esa es la palabra correcta, de la quinta justa lo que la marca auditivamente con una cualidad sonora particular, una cualidad sonora que fue ampliamente apreciada en la música de la Edad Media, pero que se utilizó con mucha más discreción a partir del siglo XVI, ya que el sonido de la tríada completa (fundamental, tercera y quinta, con o sin duplicación) se aceptó mucho más, sobre todo en la música vocal. El sonido de la tríada abierta era un elemento especial.

Un ejemplo de evocación de esta sonoridad arcaica lo encontramos en el final del Kyrie del Requiem de Mozart cuyo acorde final consta de fundamental, quinta y octava, pero sin tercera.

La primera razón es todavía más difícil de sostener ¿Qué suena mal de una sucesión de octavas?

¿O de quintas?

Y sin embargo podríamos decir que en estas dos explicaciones hay algo de cierto: la razón tiene que ver con el estilo y con la sonoridad, solo que el tema es algo más complejo.

El investigador David Huron recogió el guante de Durante y aunque sus investigaciones no nos proporcionarán reglas infalibles (como creía Durante) sí que propondrán unos axiomas que expliquen la tendencia a evitar estos movimientos paralelos.

 En Voice Leading: The science behind a musical art Huron explica que

…dados todos los elementos sensoriales el cerebro intenta organizar esos elementos en una imagen donde todos los elementos son incluidos y tienen sentido. Cuando esto se logra experimentamos una leve sensación de placer. Cuando no, experimentamos una leve sensación de irritación.

[…] Considera la regla que prohíbe octavas paralelas. Cuando un violín solo toca una escala ascendente, se producen muchas octavas paralelas puesto que todos los armónicos se desplazan juntos ascendentemente.  De hecho, la investigación nos dice que esos movimientos paralelos de frecuencias ayudan a unir los parciales de manera que los oyentes forman una imagen auditiva del violín unificada. ¿Pero qué ocurre cuando tanto el primer como el segundo violín tocan una escala en octavas?

En este punto el cerebro probablemente amalgamará todos los parciales del primer y del segundo violín en un único “super-instrumento”, o instrumento virtual. Esto, en sí mismo, no es malo. Podemos tener dos violines tocando un pasaje en octavas con una  pequeña consecuencia perceptiva: el cerebro simplemente oiría los dos instrumentos como una imagen auditiva individual[2]. Como ocurre con las tres cuerdas de la nota de un piano, la mayoría de oyentes no serían conscientes del numero real de fuentes sonoras. Los problemas nacen, sin embargo, cuando el cerebro está desconcertado  sobre cómo analizar la escena auditiva.

En un momento el cerebro puede segregar dos instrumentos como imágenes auditivas separadas, pero en el siguiente momento, los dos instrumentos se funden en una única imagen auditiva. En un pasaje que por lo demás presenta buena conducción de las voces, una única octava paralela puede sembrar la semilla de la duda en el sistema auditivo acerca de la correcta asignación de parciales a imágenes [auditivas].”[3]

 

Aquí, y resumiendo todo lo anterior, entra en juego el concepto de fusión armónica, es decir la posibilidad de que dos fuentes sonoras independientes sean interpretadas como una única imagen sonora.

Durante un tiempo algunos autores como Stumpf consideraron que la fusión armónica medía el grado de consonancia de dos sonidos, sin embargo Huron cuenta que Stumpf acabó retractándose de su propia teoría, aceptando que la fusión armónica y la consonancia son dos fenómenos perceptivos diferentes. Según Huron los resultados experimentales de estudios acerca de la consonancia y la fusión armónica se reflejan en la tradicional clasificación de los intervalos armónicos en tres clases: consonancias perfectas (unísonos, octavas, quintas y, dependiendo del contexto, cuartas justas), consonancias imperfectas (terceras y sextas mayores y menores) y disonancias (segundas y séptimas mayores y menores y tritonos). Estas tres categorías podrían ser definidas según los criterios de consonancia y función armónica, así las consonancias perfectas se definen por un alto grado de consonancia y de fusión armónica. Las consonancias imperfectas presentan un alto grado de consonancia pero sin embargo un menor grado de fusión armónica. Por su parte las disonancias presentan bajos grados tanto de función armónica como de consonancia.[4]

De este modo vemos por qué son las octavas y las quintas los intervalos con los que debemos tener cuidado, y no así las terceras y las sextas que a pesar de ser consonantes, al tener menor grado de fusión armónica no plantean "dudas" a nuestro cerebro (es decir, se perciben de manera independiente sin dificultad).

Además, como ya había sugerido Helmholtz en el siglo XIX, el movimiento en la misma dirección de dos tonos contribuye a su fusión perceptiva, un fenómeno conocido como Pitch co-modulation.

Por lo tanto, en una música que prime el aspecto polifónico donde la independencia de las voces sea una prioridad se tiende a evitar situaciones que favorezcan la fusión de dos sonidos —que como acabamos de ver son precisamente el emplear intervalos con alto grado de fusión armónica, y movimientos paralelos, aunque hay otras[5]—, ya que difuminan momentáneamente la percepción de una imagen sonora precisa.

Escribía Schönberg en Estudios preliminares de contrapunto (p. 27) que “las octavas paralelas destruyen la independencia de las partes”. Sin embargo añadía que “contra las quintas paralelas sólo habla la tradición. No hay ninguna razón física o estética para esta prohibición".  Se equivocaba. La razón es física y equivalente a la de las octavas (por tanto también estética): la fusión armónica.

Así que finalmente podemos decir que la prohibición de quintas y octavas paralelas está irremediablemente ligada al estilo. En concreto a aquel o aquellos estilos que primen la conducción y percepción de voces independientes.

Dos aclaraciones:

  • Esta visión horizontal no se restringe a la música más explícitamente polifónica como una fuga, sino que rigió la composición en general hasta finales del siglo XIX. Lo vemos en el siguiente ejemplo.



    A pesar de estar elaborado con una figuración de acordes que parece enfatizar la dimensión armónica vertical, el pasaje se desarrolla a partir de un armazón contrapuntístico conformado por una escala ascendente en el bajo, adornada con un doble retardo 9-8/7-6 a cada paso. En palabras de Gjerdingen, en este período "la armonía no es más que un cuento de hadas que se cuenta sobre el contrapunto".




  • Cuando consideramos las quintas y octavas debemos tener en cuenta las partes reales, es decir, aquellas voces que son independientes, y diferenciarlas de las líneas duplicadas por un efecto de orquestación o color, pero que no pretenden ser voces independientes. Antes fui un poco tramposo, ya que esto es lo que ocurría en el ejemplo de Sibelius. Los dos fagotes tocan la misma melodía, doblada en octavas para obtener un color especial, pero que representa una única voz. 

____________


Que la independencia de las voces es la razón principal de la ausencia de quintas paralelas da fe el siguiente ejemplo de Palestrina, tomado del Credo de la misa In te Domine speravi a cuatro voces. En ese breve fragmento suenan tres quintas justas consecutivas. Sin embargo estas son producidas por el cruce de voces, es decir las quintas resultan de considerar notas de voces diferentes, por lo que al tener cada una un timbre ligeramente distinto se reduce la fusión sonora y las líneas melódicas se mantienen suficientemente independientes. Lamentablemente no he encontrado ninguna grabación para apreciarlo.




Por supuesto, cuando las prioridades cambian y ya no se considera imprescindible percibir líneas melódicas independientes las reglas respecto a quintas y octavas dejan de tener sentido.


Ahora ya no primará la conducción que facilite la independencia de las voces, sino la sonoridad general en cada momento. Ese cambio estético se produjo hacia finales del XIX y se pone de manifiesto en una conversación entre Debussy y su maestro Guiraud que recogió Maurice Emmanuel.[6]

GUIRAUD: Bien, ¿Te parece esto hermoso?

DEBUSSY: ¡Sí, sí, sí!

GUIRAUD: ¿Pero cómo saldrías de esta?



No digo que lo que haces no sea bello, pero es absurdo teóricamente.

DEBUSSY: No hay teoría. Sólo tienes que escuchar. El placer es la ley.[7]                                                                                                                                                                                                                                                                              


[2] Es importante hacer una aclaración que Huron introduce más adelante, la diferenciación entre escucha sintética y escucha analítica (p. 168). Cuando dice que “el cerebro simplemente oiría los dos instrumentos como una imagen auditiva individual” se refiere a una escucha sintética, en la que la atención se centra en el conjunto. Si realizamos una escucha analítica y centramos nuestra atención sobre elementos concretos sí que podemos distinguir los dos instrumentos tocando a una octava de distancia. Lo podemos comprobar en el ejemplo de la sinfonía de Sibelius que escuchamos antes.

[3] Huron, Voice Leading: The science behind a musical art, p. 21-22

[4] Huron añade finalmente que no existen intervalos temperados que presenten baja consonancia y alta fusión armónica, aunque este efecto se daría en octavas, quintas o unísonos extremadamente desafinados.

[5] Por ejemplo los inicios de nota simultáneos. “Los tonos simultáneos tienden a fusionarse en una sola imagen auditiva cuando sus inicios están sincronizados.” Huron, p. 105.

[6] “Todavía siendo estudiante en el conservatorio [de París], a Emmanuel le atraían los modos medievales y planeaba introducirlos en sus composiciones. Se topó sin embargo con la desaprobación severa de su maestro Léo Delibes, resultando en que Emmanuel buscara el apoyo del más abierto de mente Giraud, con quien pudo seguir sus estudios de forma no oficial. Debussy había mantenido la amistad con su antiguo maestro Guiraud, y en 1889 y 1890, tras sus visitas a Bayreuth, a menudo comentaba asuntos estéticos con él. Esas discusiones inspiraron a Emmanuel hasta el punto de anotar algunos de los puntos principales”. E. Lockspeiser, citado en W.W. Austin (ed.), Debussy: Prelude to the afternoon of a faun, p. 128

[7] Íbid., p.130-131.

Quintas y octavas con Brahms & cia

En las clases de armonía siempre andamos muy preocupados por evitar las famosas 5as y 8as paralelas, que en general son ajenas al estilo de la “práctica común”.

 


Pero aunque suelen evitarse, algunas veces aparecen en las obras, y eso hace que nos preguntemos ¿Descuidos o hechas a propósito?, ¿justificables tal vez?


Igual que [a algunos frikis como el que suscribe️] nos intriga hoy en día esa cuestión le intrigaba en su momento a Johannes Brahms, quien durante más de 30 años recopiló y anotó ejemplos tomados del repertorio para estudio personal bajo el título “Octaven u[nd] Quinten u[nd] A[nderes]”. [Octavas y quintas y otros]




En los más de 120 ejemplos aparecen fragmentos de autores muy diversos, desde Praetorius hasta Bizet, pasando por Bach, Mozart, Beethoven y Schubert.

Beethoven: Sonata op. 106, I, c. 243

Puede resultar sorprendente pero para Brahms las 5as y 8as consecutivas no eran erróneas por definición. Al contrario, Brahms anotó una sucinta categorización del efecto de las 5as y 8as que incluía no solo la aceptación sino el elogio:


"1.Correcta, bien

2.Bella, expresiva, idiomática

Puramente idiomática, como en malas sucesiones que resultan de la consideración por la conveniencia para el intérprete (Beeth. Sonatas Op. 2 y 53)...

...En conexión con estas uno debería quizá considerar si el mismo efecto se puede lograr sin ellas (Schubert)

3.Ambas (de las anteriores) al mismo tiempo.

4.[Flüchtigkeit] Descuido

5.Mal, error

6.Cuestionable, necesita más consideración"

Lamentablemente no aplica esa clave numérica a los ejemplos. Ocasionalmente usa algunos símbolos (x, α, b y †) que parecen clasificar los ejemplos, aunque su uso no es del todo sistemático.

En algunos fragmentos añadió un breve comentario.


Beethoven: Sonata op. 2, nº 3, I, c. 47
“Mir sehr unangenehmen, wie in Op. 53” [Muy desagradable para mí, como en el Op. 53] (¡toma esa, Ludwig!)


Sin embargo estas 5as de Mozart le resultan hermosas [“NB Schöne 5”]


Mozart: Don GiovanniSexteto "Sola sola in buio loco", c. 61



En el siguiente fragmento Brahms se extraña de las 8as en Gabrieli y se pregunta si será un error [fehler?]. Efectivamente se trataba de una errata de la edición que había consultado.




La x suele señalar 5as paralelas que Brahms considera intencionadas, usadas en aras de la expresión del texto.

J. S. Bach: Cantata 91, nº 4, Recitativo, c. 9


La α (o a) parece señalar los casos a los que Brahms da su aprobación

Bizet: Carmen, Acto I, nº 8, Chanson et mélodrame, c. 11


Mientras que la † podría señalar movimientos censurables como el anterior de Beethoven. Aquí no se salva ni ̷D̷i̷o̷s̷ Bach

J. S. Bach: Fuga en sol menor, BWV 535, c. 49



La evaluación de las paralelas es un tema complejo. Brahms no aplica recetas ni fórmulas prestablecidas para juzgar los pasajes sino que los examina caso por caso y parece apoyarse más en el efecto auditivo que en la mera teoría para dar validez o no al uso de las paralelas.

Una indicación añadida a la reconstrucción de un pasaje problemático en Schubert parece confirmar esta idea: "Sin tener en cuenta el hecho de que estas sucesiones puedan ser explicadas o justificadas con facilidad, cabe preguntarse si se debilita el efecto".

Schubert: Schwanengesang, nº  6 "In der Ferne", c. 17



15 octubre 2021

Música y malabares

¿Será posible explicar cómo funciona la música* con malabares? Vamos a intentarlo.

[*Buena parte de la música, especialmente entre mediados del XVII y mediados del XIX]



Más allá de que tanto para hacer música como malabares se requiera mucha habilidad y coordinación…



[De la locura que es que este tío esté leyendo a primera vista hablamos otro día]



…y de que tanto la música…

Fuente


…como los malabares se puedan codificar con números…


...podemos encontrar más analogías entre las dos cosas.

Al hacer malabares se realizan una serie de trucos o patrones.


Y lo mismo ocurre con la música. Se emplean una serie de patrones preestablecidos: schemata, secuencias etc. Muchos de ellos los puedes encontrar en partimenti.org/schemas/collec…


[Aprovechando que los materiales de http://partimenti.org son de dominio público he traducido el documento sobre prototipos de esquemas. Puedes descargarlo aquí]

Hace algún tiempo por aquí hablábamos de uno de esos esquemas preestablecidos, el Meyer

Y aquí tenemos algún ejemplo más del mismo esquema en Beethoven. 


Estos patrones se pueden enlazar unos con otros. Si esta sucesión de patrones está planeada estamos haciendo una rutina. 


Una partitura no es otra cosa que “rutina musical planeada” en la que se suceden los diferentes patrones.
En el siguiente vídeo podemos ver los patrones que emplea Mozart en una sonata, señalados por Gjerdingen en Music in the galant style.



Pero los patrones también se pueden enlazar de forma improvisada, tanto haciendo malabares…



…como música.

Las denominaciones de los patrones en este vídeo están tomadas del libro Tonal Tools
y difieren de las propuestas por Gjerdingen. El uso de estos términos está menos normalizado en la literatura.


Para profundizar más en la relación entre improvisación y esquemas puedes echarle un vistazo a este hilo.

Aunque parezca que usar patrones limita la creatividad esto no es así ya que cada patrón se puede variar y modificar de manera casi infinita.
Pongamos por caso el patrón más sencillo de tres bolas: la cascada.




Aquí podemos ver algunas variaciones simples del mismo patrón.


Como equivalente musical tomaremos la Romanesca, el primer esquema que presenta Gjerdingen en Music in the galant style. 
Este patrón se puede entender de diversas maneras. Por ejemplo como una progresión cuyo modelo de dos acordes en estado fundamental (separados por una cuarta descendente) se repite una 3ª más abajo, de manera que el bajo realiza un patrón de cuarta descendente y segunda ascendente.


Como indica Gjerdingen también se puede describir como una solución común a un problema práctico en la composición: cómo añadir una tercera voz (en naranja), sin introducir quintas paralelas u octavas, a un par de voces que se mueven en terceras paralelas descendentes (en verde).



Aquí un ejemplo que todo conocemos basado en el esquema de la romanesca.


Pero los ejemplos de este patrón son innumerables, incluso hasta entrado el s. XX.
En el cuarto movimiento de la 9º de Mahler (1908/9) aparece de manera recurrente.


Más instrumentos y más adornos pero el esquema es el mismo. Lo vemos más claro si nos fijamos en los trombones 1 y 2 y la tuba.

[Nota: Antes dijimos que el patrón en el bajo era de cuarta descendente y segunda ascendente. Aquí también ocurre, de la a  si♭♭ aunque  enarmonizado como la♮. Además Mahler modifica levemente el esquema usando 6 (el si♭♭  enarmonizado como la) en vez del 6 grado de la tonalidad, que sería si, empleando un intercambio modal (usar notas de la escala menor homónima en mayor) muy típico del romanticismo, pero que Pachelbel ni se habría planteado].


Volvamos ahora a los malabares. Una variante de la cascada consiste en darle la vuelta al patrón: en vez de lanzar cada bola por debajo de la anterior lanzarlas por encima. Así haremos esta variación llamada cascada inversa.



Del mismo modo le podemos dar la vuelta a nuestro patrón musical. Una variante de la romanesca consiste en añadir una tercera voz a las terceras paralelas, pero que esta voz añadida no esté en el bajo sino en alguna de las voces superiores. 
De este modo se produce un esquema similar en el que el bajo discurre por grados conjuntos y que consecuentemente Gjerdingen denomina Romanesca por grados conjuntos.



¿Cómo de frecuentes son estos patrones? Pues mucho más de lo que imaginas. Tomemos este último, la romanesca por grado conjunto. En La flauta mágica lo podemos encontrar unas cuantas veces. Aquí lo escuchamos primero en la orquesta y luego también en las voces.


En el siguiente ejemplo encontramos el mismo esquema, pero con un carácter bien diferente en un pasaje que seguro que conoces. Aquí en vez de terceras hay décimas (es decir terceras pero una octava más aguda) y las voces superiores intercambian de vez en cuando su posición.


Podemos variar aun más nuestro patrón, por ejemplo haciendo las cascada inversa con las manos cruzadas.


Si te fijas, una de las figuras de la imagen que aparece al principio de la entrada, tomada de una pintura egipcia de ca. 1994-1781 a. C.  parece estar haciendo este truco. 



También en La flauta mágica Mozart emplea de nuevo la romanesca por grado conjunto, pero ahora en vez de mantener las terceras, estás se van mezclando entre las voces, como los brazos en el patrón. Se mantiene el bajo y la sucesión armónica I V VI III IV I.


Para saber más sobre la romanesca:
Otra forma de variar un truco es cambiando el número de bolas. 
En el siguiente vídeo podemos ver una demostración con el Mill's mess, uno de mis patrones favoritos, que consiste en cruzar las manos alternando cada vez la posición de la una sobre la otra.



Esa misma idea la podemos aplicar al número de voces. Aquí el esquema es una simple escala ascendente en el bajo.


Esos ejemplos eran meramente didácticos, pero aquí van un par de ejemplos de escala en el bajo en obras. Bach es bastante chulito, así que lo realiza a 5 voces  (1'33'').


Mendelssohn lo hace a 7 voces (A pesar de ser un octeto, en este fragmento el segundo cello simplemente dobla al primer cello a la octava, y por tanto no realiza una voz independiente) (14'54'').



Como dijimos los patrones se pueden variar de manera casi ilimitada. En el siguiente ejemplo Hélène de Montgeroult emplea el mismo patrón pero con una textura muy diferente. Aunque la concepción es más vertical (acordes) en esencia es el mismo patrón, una escala ascendiendo desde la tónica en el bajo.
Además, igual que ocurre tanto en el ejemplo de Bach como en el de Mendelssohn, en cada ascenso del bajo se producen dos retardos: 9-8 y 7-6.


Los patrones y trucos también se pueden combinar o anidar (integrar uno dentro de otro). Aquí vemos como se integra el multiplex (lanzar varias bolas simultáneas con la misma mano) con la cascada.


En el siguiente vídeo podemos ver un ejemplo de esquemas anidados en el segundo movimiento de la 40 de Mozart. El esquema Meyer que vimos al principio aparece dos veces, la segunda transportado, formando a mayor escala entre ambos un esquema Fonte.



Las variaciones más extremas pueden dar lugar a cosas que parecen completamente nuevas pero que toman como punto de partida un patrón conocido.

Lo que hace Peter Irish en este vídeo no es otra cosa que la cascada de tres bolas. 
Eso sí, ¡una con las manos y al mismo tiempo otra con los pies!

Ese tipo de variación que llega a camuflar un patrón conocido ocurre en esta deliciosa Mazurka del "Chef" Chopin que comenté hace algún tiempo aquí.



Otro día seguiremos hablando de más patrones musicales. De momento os dejo con patrones malabares, algunos realmente alucinantes.




Puedes consultar ejemplos de los principales esquemas en esta wiki.

01 febrero 2021

Divertimentos ejemplares

 

"Longum iter est per praecepta, breve et efficax per exempla”

 [El viaje es largo por las reglas, pero corto y eficiente por los ejemplos]

Séneca


Siempre ando buscando ejemplos para las clases de análisis porque una buena selección es clave para facilitar que los alumnos entiendan y asimilen los conceptos.

Los ejemplos, junto a los prototipos y a las teorías, representan un mecanismo cognitivo para la formación de esquemas, entendidos como representaciones mentales o categorías[1]  que son importantes en el aprendizaje.

Aunque rara vez se dan todas las condiciones, lo que busco en los ejemplos para clase es lo siguiente:

1.      Que sean representativos de una categoría, es decir, que recojan el uso habitual de una categoría o concepto.

Los ejemplos excepcionales solo tienen sentido cuando el alumno conoce el estándar. En la entrada dedicada a la sexta napolitana se recogen ejemplos de los dos tipos. Para reconocer la excepcionalidad del ejemplo (radical) de Beethoven que incluye la 7ª en el acorde de sexta napolitana es necesario conocer el uso estándar de los ejemplos de Bach y Mozart.

2.     Que sea claro. Por claro me refiero a que no haya interferencias (como figuración excesiva o una textura poco clara) que dificulten la percepción del evento, tanto auditivamente como sobre el papel.

3.     Que sea conciso. Si el ejemplo pertenece a una pieza breve, por ejemplo un pequeño minueto de 16 compases, podremos apreciar el contexto general en el que aparece el concepto (y también facilita incluir la partitura completa en los apuntes).

4.     Que sea conocido por los alumnos.

[Aunque no sea un criterio objetivo, el que me flipen también cuenta. Así, uso este ejemplo en la explicación de la cadencia rota aunque no cumpla varios de los criterios anteriores. El entusiasmo que me produce explicar esto seguramente compense esas carencias].

Hace unos meses escuché esto que colgó Elisa Rapado (@ElisaZamora) en twitter

y pensé que era un ejemplo perfecto de 6ª napolitana ya que cumplía las tres primeras condiciones (La cuarta evidentemente no. Reconozco que nunca había oído hablar de esa compositora) así que pensé en incluirlo en mis apuntes y ahí quedo la cosa…hasta que vi otro vídeo que subió con piezas de la misma colección y vi que las otras piezas también tenían cosas que me venían muy bien...

 

...que si una sexta aumentada por aquí...





....que si la regla de la octava por allá…





Así que le eché un ojo a la colección completa. Se trata de una serie de Divertimentos por todos los tonos mayores y menores  de Celestina Ledesma publicada hacia 1879 según la BNE.



Descubrí que había un montón de piezas que me interesaban, pero había un problema, ya que la edición estaba llena de erratas (claves erróneas, alteraciones accidentales ausentes, incoherencias rítmicas…)



Al final me dio por hacerme una nueva edición[2] y de paso ponerla a disposición de cualquier persona interesada.

Descargar en formato .pdf, .mxl o .mscz [Versión actualizada 11/3/23. Corregidas dos erratas  en el c. 7 -mano derecha- del Divertimento nº 6]

[Ahora también en IMSLP]

En la portada de la edición original se describen como “Preparatorios a las piezas de piano”, pero más que estudios parecen preludios, como los que describe Czerny en Systematische Anleitung zum Fantasieren auf dem Pianoforte, Op.200.


Preludios y pequeñas fantasías que se interpretan antes del comienzo de una pieza. Pueden ser de dos tipos:

Primero, bastante cortos, tanto como si con sólo unos pocos acordes, escalas y materiales de transición uno estuviese probando el instrumento, calentando los dedos, o solicitando la atención de los oyentes. Deben concluir con el acorde completo de la tonalidad principal de la obra que se va a interpretar.

Segundo, largo y más elaborado, como una introducción para la pieza siguiente; por tanto, incluso los materiales temáticos de la pieza pueden ser introducidos en el preludio. Un preludio como este, que ya permite algunas modulaciones, debe concluir con una cadencia sobre el acorde de séptima de dominante de la pieza siguiente, y gracias a eso está conectado con ella.

(…)

No es necesario comenzar en la misma tonalidad en la que uno debe de concluir.

Los Divertimentos de Ledesma se encuadran más bien en el primer grupo, ya que todos acaban en la tónica, aunque un par de ellos presentan breves modulaciones o empiezan en una tonalidad diferente a la final.

Ese tipo de preludios eran relativamente frecuentes en la primera mitad siglo XIX, y además de Czerny otros autores como Moscheles, Hummel, Ries y Kalkbrenner publicaron colecciones de este estilo, aunque número de nuevas colecciones se redujo a partir de mediados de siglo.

Este vídeo describe muy bien este tipo de composiciones.



Las piezas de Ledesma encajan perfectamente en esta categoría. Para mi propósito, para tomarlas como ejemplo, me resultaron mucho más útiles que las piezas de Czerny o Kalkbrenner, y esto es debido sobre todo a la condición número 2: el virtuosismo de Czerny o Kalkbrenner hace que haya mucha figuración, mucho “ruido”, y eso interfiere en la claridad de los giros, especialmente cuando el analista es novato. Las piezas de Ledesma, sin grandes artificios técnicos, son mucho más claras y directas.

Aunque en principio lo que suscitó mi interés fueron acordes típicos, como la sexta napolitana o dominantes secundarias, las piezas resultaron más jugosas de lo esperado. Además de estos típicos giros armónicos podemos encontrar en ellas diversos esquemas galantes como la Romanesca o el Monte. Además, su estructura refleja de manera muy clara la forma típica de estas improvisaciones, con su establecimiento de la tónica, progresión secuencial y cadencia, y presenta ideas motívicas muy variadas, como arpegios o arpegios ornamentados, por lo que las piezas, además de servir como excelentes ejemplos para el análisis, pueden servir como modelos a imitar para la improvisación o la composición.

Por último, al no ser técnicamente demasiado complicadas algunas de ellas pueden emplearse para la lectura a vista o el transporte. Obviamente también podemos simplemente disfrutar como oyentes de estas deliciosas miniaturas.

Se trata en definitiva de un material mucho más rico de lo que podría parecer y que sin duda merece ser más conocido.

Muchas gracias a Elisa Rapado por dar a conocer estas piezas y por echarle un ojo a la edición. Muchas gracias también al usuario de MuseScore Pental por ayudarme  con la introducción de notas en el programa (merci beaucoup, Oli!).

 

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A continuación adjunto un pequeño resumen de eventos interesantes de las piezas. Incluye principalmente acordes, giros armónicos y esquemas galantes.

Tonos de sostenidos

1. Serie de sextas, II6 precadencial

2. Dominantes secundarias de IV, V y VI (Monte) 6/4 cadencial, retardos, secuencia.

3. Dominante secundaria de II, sexta napolitana, 6/4 de paso

4. VII6 de paso, retardo, nota de paso cromática, secuencia, Dominante secundaria, retardo 6-5 en cadencia, pedal de tónica, retardo 4-3 en cadencia

5. Regla de la octava descendente (fragmento), Dominantes secundarias, Monte principale, cambio de ritmo armónico, puente de segundas [sekundgang], nota de paso cromática

6. V/II, VIIº/V Retardo 4-3 en cadencia

7. Romanesca, Inversiones de V, II6/5 intensificado con V6/5/V a 6/4 cadencial

8. Prinner, II6/5 intensificado V6/5/V a 6/4 cadencial, escala menor melódica, extensión interna

9. Serie de 6as, Secuencia por quintas descendentes

10. Cambio de  ritmo armónico, serie de 6as (Fauxbourdon) cromático.

11. VII7/V, 6ª Napolitana

12. Secuencia ascendente (Monte) Dominante secundaria de V y VI. Modulación transitoria.

13. Secuencia

14. Secuencia, Dominantes secundarias de VI, V y IV.

15. 6/4 de floreo, escapada

16. Regla de la octava descendente en menor (Fragmento), Sextas aumentadas francesa y alemana

17. Secuencia (Monte), VII/II y VII/V

18. Pedal superior, serie de 6as, 6 aum.

19. Pedal de tónica, modulación al relativo mayor, 6a napolitana, extensión postcadencial (codetta), 6/4 de floreo

20. Imitación

21. Intercambio modal

22. 6/4 de floreo, extensión postcadencial (codetta), V/VI 

24. Prinner, 6ª napolitana, inversiones de V7

25. V/IV, V/V sobre pedal de V, intercambio modal IVb3, cadencia plagal como extensión postcadencial

26. Retardos 7-6, 6ª italiana

27. Lamento

28. Cadencia rota, Serie de 6as cromática (fauxbourdon)

 

Tonos de bemoles

1. Secuencia armónica

2. VIIº7/II, II precadencial, VIIº7/V, notas de paso cromáticas simultaneas

3.  Arpegio roto ornamentado cromáticamente, VIIº/V, Retardo 6-5 en V, 6/4 de floreo

4. Bajo de lamento, VIIº7, VII/IV, 6/4 de paso, II6/5 cadencial, retardos 7-6, retardo 4-3 en V

5. Dominantes secundarias V/ VI, VII/ II, V/V

6. Dominantes secundarias V/VI  V/IV, nota de paso cromática

7. Sexta alemana, V/IV

8. Sexta aumentada, apoyaturas sobre VIIº7

9. Modulante (La bemol a Mi bemol) Modulación diatónica, intercambio modal IVb3

10. Intercambio modal II6/5 y II6. Cadencia plagal como extensión postcadencial

11. VIIº/V

12. Sexta napolitana, VIIº/V, extensión postcadencial, cadencia plagal, I6/4 cadencial, imitación

13. Dominante secundaria V/VI

14. Dominantes secundarias V/VI; V/IV; VII7/V, 6/4 cadencial

15. Imitación; Prinner modulante; serie de sextas cromática 7-6 (fauxbourdon)

16. Escala menor melódica, secuencia por quintas descendentes (diatónica/cromática) V/IV y V/III, VII/V, extensión postcadencial con cadencia plagal, 6/4

17. Dominantes secundarias V/IV, V/V, V/VI (Monte)

18. Serie de sextas, V/VI, Elaboración de secuencia por quintas descendentes

19.  V/IV, Secuencia por 5as descendentes cromática, 6/4 cadencial

21. VII/V

22. Arpegio ornamentado, secuencia con dominantes secundarias, V/II V/III

23. Modulación secuencial al relativo mayor, cadencia plagal II6- I como extensión postcadencial

24. 6ª napolitana, 6/4 cadencial

 



[1] “¿Qué significa referirse a un patrón musical como un esquema? (…) No hay duda de que los humanos son muy buenos en desarrollar rápidamente útiles categorizaciones a partir de la "confusión floreciente y zumbante" de sensaciones y experiencias pero la riqueza y la adaptabilidad de las categorizaciones humanas sugieren que podemos derivar esquemas de varias maneras. Tres enfoques contemporáneos para entender la formación y el empleo de esquemas se centran en los prototipos, ejemplos y teorías. Muchos los psicólogos han observado que naturalmente resumimos los rasgos comunes de experiencias similares y creamos a partir de esas abstracciones una experiencia generalizada denominada prototipo. Podemos utilizar un prototipo como punto de comparación para evaluar si una instancia particular de algo es un buen ejemplo de su esquema. (…) Otros psicólogos señalan que también podemos basar tales juicios sobre referencias a casos individuales bien aprendidos: ejemplares. (…) Aun así, otros los psicólogos señalan estudios que muestran cómo las percepciones de los niños cambian cuando empiezan para formar teorías sobre su mundo.” Gjerdingen, R. Music in the Galant style, p. 10-11

[2] Se trata de una edición interpretativa. Los errores obvios (claves erróneas, erratas en indicaciones de tempo, etc.) se han corregido sin más.  Se han añadido alteraciones accidentales ausentes -entre corchetes-  y también se han añadido alteraciones accidentales a las notas alteradas que  suenan en una octava diferente (sin corchetes). Se han corregido también algunas incoherencias en las articulaciones y errores rítmicos evidentes.

Algunos pasajes resultaron más problemáticos. Por ejemplo, en el nº 17 de bemoles, escrito en ¾, el antepenúltimo compás tiene cuatro pulsos. Aunque creo que es una errata en la notación rítmica del compás he optado por indicar un cambio de compás en gris, ya que el ajuste para que durase tres pulsos se podría hacer de diversas maneras y no se puede saber cuál sería la correcta. El comienzo del nº 20 suena estilísticamente fuera de lugar, e intuyo que hay erratas en la segunda parte de los compases 1 y 2 (lo más lógico creo que sería fa-sol natural-la natural-fa, un motivo que aparece más adelante en el divertimento). De nuevo, ante la imposibilidad de saber con certeza la versión correcta he optado por dejarlo tal y como aparece en la fuente.